“Leyendo sus textos de pura campaña no puedo apartar de mi mente a Karl Kraus que revisaba de forma febril los periódicos de la época para detectar en las erratas e incorrecciones los signos del ascenso del fascismo. (…) En cierta medida, Justo Pastor Mellado también ausculta los medios de comunicación y las instituciones chilenas para hacer algo más que diagnosticar diversas patologías porque acaso él sea uno de los pocos que cree y tiene esperanza. Su mensaje no es espectral, aunque los fantasmas, Don Tancredo y hasta los espantapájaros merodeen en su prosa incendiaria. Los funcionarios adaptados a la ergonomía política, por corrupta o incompetente que ésta pueda ser, tienen bastante claro que el ataúd está vacío. El cinismo, una de las secuelas de la “enfermedad histórica”, busca, sin éxito, la complicidad de aquél que decidió asumir el rol del polemista y, en ocasiones, la cruel tarea del francotirador.”