“Bajo el subtítulo de Historia auténtica y fantástica de una antiquísima familia griega, Yannis Ritsos elabora un monólogo delirante sobre la existencia humana. Una mujer que ha enloquecido y otra que vive sumida en el silencio, su hermana, son las últimas habitantes de una vetusta casona. Un hombre que ha viajado desde lejos para llevarles noticias sobre su familia es quien recibe el testimonio de la mujer. Han clausurado las puertas de todas las habitaciones, salvo de las que ellas ocupan. En cuanto a la familia, esta ha desaparecido como resultado natural del paso de los años o de los siglos. En ese punto los versos de Ritsos son deliberadamente imprecisos. Han embalado cortinajes y manteles, y a la hora del ocaso sólo los insectos y los roedores agradecen la escena y emiten sonidos que se cuelan y llegan a ellas. Pasan de pronto soldados que vuelven de la guerra cantando una canción que creen recordar. Hay un hombre que camina sobre una colina y que luce extrañamente amistoso, a juicio de estas mujeres, y casi les sorprende, pues ya han sido abandonadas por todo y por todos.”